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Mi playa de la infancia

  • Categoría de la entrada:Cerca de Neuquén / Findes
  • Tiempo de lectura:4 minutos de lectura

Germán Gaete para Descubres | @sherman_gok

Los viajes fueron parte de mi vida desde que era un recién nacido. Fresco estaba el recuerdo de mis padres recorriendo Europa –cuyas anécdotas siguen hasta hoy –así como estaban frescas las comilonas de las fiestas del fin de año y el inminente viaje de veraneo de la familia al lugar de siempre. Nuestra casita en Valeria del Mar. Casita que sigue allí intacta, como si el paso del tiempo no le hubiera hecho mella.

Los recuerdos que tengo de aquellos primeros años de plantar pinos con mi abuela, juntar piñas e ir a bañarse al mar, se caracterizaban por lo desproporcionadamente inmenso y solitario de aquel paraje a 300 y pocos kilómetros de la capital.

Partir era una odisea que tomaba horas y para la que días antes uno debía prepararse; el coche, por citar un ejemplo –un Ford Falcon Familiar del ’76 –iba repleto, claro, era casi una mudanza. Los paseos obligados por Pinamar, entonces y ahora un centro de veraneo muy glamoroso y de avanzada, y previa presentación de DNI, entrar en Cariló a mirar los caserones perdidos entre el bosque.

Hoy estos paseos están normalizados, es decir, no salen de algo general, de una idea que surge sin planificarse tanto. Valeria del Mar sufrió aquello que los turismólogos (léase especialista en la materia que según el imaginario colectivo vamos al trabajo en Havaianas y Bermudas todo el año) analizamos cómo MASIFICACIÓN. De ser la única casa de la manzana, nuestra casita familiar quedó perdida entre las demás. De ir caminando a la playa, a no prescindir del cuatriciclo, y del alquiler de la guardería para el mismo, de cargar reposera y sombrilla a dejarnos llevar por los cuidados del Balneario. Si se quiere: todo se transforma, avanza.

La ciudad hoy está vigorosa, sí, visitada, también, ha crecido y nos asombra para bien aunque nos de nostalgia. Podemos decir que podemos no ir a Pinamar a dar la vuelta del perro luego de asarnos todo el dia hasta quedar colorados como camarones, porque con Valeria y su cada vez más amplia oferta nos basta. Y como todo, eso me gusta y no me gusta. Las hordas de turistas masivos tienen necesariamente que estar educados, y con esto no quiero que se vuelva un post para bajar línea, sino más bien, para generar conciencia.

El Municipio de Pinamar se jacta de tener la reserva de pinos más preciosa y preciada de la costa atlántica, que la política de turismo implique cuidarla, implique encontrar posibles culpables y prevenga y ponga frenos a los incendios intencionales. Costó pero se decidió, en la misma linea, hace algunos años, ampliar el frente marítimo. Basta de playas que venían siendo consumidas por calles y edificios. Costó por burocracias, trabas y quejas de los privados, pero hoy todas las playas son ecoamigables y sostenibles. Que se entienda que la playa es de todos. Y que sin el bien natural, no hay destino.

No se pierdan mis favoritos en Valeria del Mar & Pinamar:

Para hospedarse: Lahuen Co, Paraje de mar www.parajelahuenco.com.ar

Para comer, la mejor pizza a mi entender, en horno de barro y por metro está en El Rincón: Espora, Av 293. Valeria del Mar. Depende obvio del gusto de cada uno. A mi me gusta esa y claro está les invito a conocer entre la oferta, la de Calogero, o las empanadas de la Chacha, un ya tradicional del paraje.

Para sentarse y pedir varios pasos, Il Commendatore de Benito Durante y Hobby 76 junto a El Chanquete ofrecen una variedad de pescados y mariscos.

La playa municipal sigue siendo de las más grandes del partido. Si quieren la comodidad del balneario con carpas, Hemingway y La Pérgola son los clásicos de Valeria. En temporada los paradores de Pinamar también se llenan de espectáculos gratuitos para toda la familia.

Miren más: http://www.valeriadelmar.com/ y la pagina oficial del Gobierno Municipal de Pinamar: http://pinamar.tur.ar/

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